Pueblo mágico, a poco más de una hora de Buenos Aires en coche, donde los turistas pueden conocer de fondo la vida gauchesca. Areco, así a secas, es una mezcla de tradición, encanto, callecitas coloniales, pulperías antológicas y un cautivante clima de paz.
Desde Buenos Aires, este rincón bonaerense representa un lugar ideal para una escapada de fin de semana. Una vez allí, la misión de descanso está asegurada.
La experiencia gauchesca es el imbatible de Areco. El plan comienza con un día de campo en alguna de las estancias tradicionales del pueblo. Allí, entre la camaradería de los anfitriones, los visitantes pueden observar el típico atuendo de los gauchos, la preparación de un asado a la estaca y una mesa perfectamente decorada para la ocasión.
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Luego de unas ensaladas y empanadas criollas de entrada y la posterior degustación de las carnes, se llevan a cabo diferentes bailes típicos donde todos participan. La idea es experimentar la misma comunión. Además, el espectáculo incluye jineteadas y domas de caballos.
Otra de las máximas de Areco es recorrer las calles, meterse en alguna pulpería que guarda secretos centenarios, observar la arquitectura colonial de las edificaciones y terminar en la costanera para tomarse una foto en el Puente Viejo.
El legado del novelista Ricardo Güiraldes también está muy presente. “Don Segundo Sombra” es una de sus obras maestras, en la cual hace mención al gaucho. El Museo Municipal Gauchesco Ricardo Güiraldes repasa la historia del escritor y narra la importancia de la vida del gaucho en los pueblos del interior argentino.