En la misa “Pro Ecclesia” en la Capilla Sixtina, el nuevo pontífice remarcó la necesidad de una Iglesia humilde, comprometida con los más vulnerables y abierta a los desafíos del presente.
En su primera homilía como papa, León XIV brindó un fuerte gesto de continuidad con su antecesor Francisco, al rescatar su legado como modelo de una Iglesia abierta, cercana a los pobres y dispuesta a escuchar los cuestionamientos de una realidad “compleja”.
“Este es el mundo que nos ha sido confiado, y en el que, como enseñó muchas veces el Papa Francisco, estamos llamados a dar testimonio de la fe gozosa en Jesús salvador”, expresó durante la misa “Pro Ecclesia”, celebrada en la Capilla Sixtina ante cardenales, obispos y laicas invitadas.
El flamante papa aprovechó su primera homilía para reflexionar sobre la crisis de fe que atraviesa la sociedad. Planteó que en los “palacios lujosos” y “círculos de poder e infidelidades”, Jesús es visto como una figura incómoda, “una persona sin importancia” que es rechazada cuando exige honestidad y compromiso moral.
Pero contrapuso esa mirada con la de la gente común, que ve en Cristo a “un hombre recto, valiente, que habla bien y dice cosas justas. Por eso lo siguen”, aseguró.
León XIV también trazó el rumbo de su pontificado con una frase que marcó el tono espiritual que busca imprimir: “Desaparecer para que permanezca Cristo, y hacerse pequeño para que él sea conocido y glorificado, gastándose hasta el final… Que Dios me conceda esta gracia”.
El Vaticano confirmó que la misa de inicio del pontificado se celebrará el domingo 18 de mayo, en una ceremonia formal donde León XIV será presentado como jefe de Estado ante líderes de todo el mundo. Además, este domingo a las 12, rezará la oración del Regina Coeli desde la Logia central de la Basílica de San Pedro, y el lunes se reunirá con la prensa acreditada en el Aula Pablo VI.